Capítulo 4: La Prisión de las Sombras

Elena intentó huir del pueblo, pero cada camino la devolvía al mismo punto. Era como si el bosque estuviera vivo, jugando con ella. El susurro regresó, más fuerte esta vez, resonando en su mente con una claridad aterradora. "Ya no eres libre".

Desesperada, intentó romper el espejo, pero cada golpe que daba lo hacía más fuerte, más impenetrable. Con cada segundo que pasaba, su reflejo parecía volverse más real, como si fuera una copia de ella misma, esperando su turno para tomar su lugar.

Elena gritó, pero su voz fue tragada por la oscuridad. Su desesperación creció al darse cuenta de que no importaba lo que hiciera, el bosque la tenía atrapada, y no había salida. Finalmente, exhausta y derrotada, se dejó caer al suelo, sus lágrimas mezclándose con la tierra fría.

En ese momento, una figura familiar apareció ante ella. Era la misma mujer de la fotografía, mirándola con una expresión de tristeza infinita.

"No somos prisioneros del bosque", dijo con voz suave. "Somos parte de él. Y ahora, tú también lo eres."

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